Terapia de Pareja

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Todos estamos de acuerdo cuando escuchamos hablar de los beneficios que nos aporta una relación de pareja. Sin duda, cuando conseguimos vincularnos de forma sana con otra persona podemos llegar a conseguir un crecimiento personal.

Pero no hay nada que nos pueda limitar más que una relación desadaptativa, entrando poco a poco en una guerra sin fin donde la crítica, el desprecio y el odio se convierten en los protagonistas.

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¿Por qué dar el primer paso? ¿Por qué cuesta tanto?

A lo largo de la historia de una pareja pueden suceder una serie de crisis normales, como por ejemplo, el nacimiento de los hijos, fallecimiento de algún familiar, adolescencia de un hijo… Si no contamos con los recursos necesarios la pareja puede desestabilizarse y entrar en conflicto.

Cuando una pareja llega a nuestra consulta y preguntamos por el problema y desde cuándo está, cuesta mucho identificar su inicio y casi siempre nos remontamos a mucho tiempo atrás. Parece que ha ido acoplándose a esa relación de una manera latente y que, por supuesto, el silencio lo ha ido tapando. Aceptar que mi relación tiene un problema no es fácil e intentaremos no mirarlo, retrasando de esta manera el inicio del trabajo terapéutico. Asumirlo supone hablar de ello abiertamente y realizar un cambio y eso puede dar miedo.

El miedo…

Por esa razón, el miedo suele ser otra de las causas que nos lleve a retrasar el inicio de la terapia. Desde luego que sí, ir a terapia en todas sus modalidades individual, familiar o de pareja no es algo fácil. Todos hemos ido aprendiendo a comportarnos con los demás y con nosotros mismos de una determinada manera, es la que conocemos y la que nos resulta familiar, por lo que nos da una sensación de control y seguridad. Pero cuando ese comportamiento ya no nos sirve y nos está haciendo daño, hay que poner en marcha un cambio hacia algo nuevo y, en definitiva, hacia algo desconocido. En efecto, lo desconocido da miedo.

El problema no es mío…

Por otro lado, no es raro encontrarnos con una pareja donde uno de los dos piensa que el problema lo tiene el otro. Por lo tanto, ¿para qué iniciar una terapia de pareja? Uno de los aspectos que siempre me gusta explicar a las parejas con las que trabajo es la fórmula 1+1 son 3. Y no me refiero a que haya terceras personas, sino que dos personas siempre se juntan para crear a una tercera: la relación. Este último componente será la clave, tendremos que preguntarnos cómo está y qué estamos aportando cada uno para que vaya lo mejor posible.

¿Qué beneficios se obtienen?

Como he ido mencionando, mirar al problema de cerca no es fácil pero cuanto más tiempo dejemos pasar más se instaurarán aquellos protagonistas que os mencionaba al principio: la crítica, el desprecio y el odio.

Poder expresar de una manera adecuada y abierta lo que sentimos en nuestra relación nos permitirá dejar a un lado los silencios y las interpretaciones que tanto daño nos hacen. Cuando no barremos el salón de nuestra casa y vamos metiendo todo el polvo debajo de la alfombra, tarde o temprano nos tropezaremos con todos esos obstáculos. En la terapia aprendemos a barrer evitando un daño mayor.

A su vez, como emprendemos un camino hacia lo desconocido, esa nueva forma de relacionarnos de una manera más adaptativa, conseguimos manejar ese miedo que tanto estamos acostumbrados a evitar. Será imposible esperar cambios y resultados diferentes si siempre nos comportamos igual.

Además, conseguimos romper ese bucle donde la culpa de la mala relación pasa de uno a otro. Nos ayudará más reflexionar sobre cómo está mi relación y no tanto afirmar que el problema está en el otro. Como una relación es cosa de dos, siempre tendremos cosas que aportar manteniéndonos en una actitud activa, dirigiéndonos hacia el tipo de relación que queremos tener. Cuando esperamos a que todo el cambio venga de otro, nos posicionamos desde una parte muy vulnerable que nos quita todo el control sobre lo que nos gustaría que pasara.

¿Cómo trabajamos nosotros?

En la terapia de pareja nos centramos constantemente en mirar y trabajar la relación. Por supuesto, en ninguna terapia hay fórmulas mágicas para el cambio, pero conocemos cuáles son las que más nos ayudan, 1+1=3.

Tendremos que remontarnos al inicio de la relación para ver cómo se ha ido construyendo y en qué bases está sujeta. Como si de una casa se tratara, iremos identificando sobre qué suelo está construido, cómo es su estructura, sus paredes y sus pisos. Podemos estar horas arreglando el tejado pero antes tendremos que asegurarnos que su estructura es segura. De esta manera, fortalecemos o cambiamos aquello que sea necesario. Siempre pensando qué es lo mejor para esa relación.

Normalmente, suelo escuchar frases como: “no conocía eso de él o de ella, no sabía que se sentía así, nunca he sido consciente de lo que dice…”. Por lo tanto, conseguimos un conocimiento mayor de nosotros mismos y de la otra persona. En qué momento de nuestra vida nos encontrábamos cuando nos conocimos, de dónde veníamos cada uno y cómo nos ha hecho sentir la relación a lo largo de todas sus etapas.

En definitiva, realizamos sesiones semanales conjuntas tratando que cada miembro de la pareja sea autónomo cuidando, a su vez, la relación. Aprender si lo que decimos o hacemos es bueno y alimenta de una forma sana a la relación, y no tanto a mí como individuo.

Testimonio de un Caso de Terapia de Pareja

«Comenzamos la terapia con Raquel, hace siete meses. Cuando llegamos a la terapia estabamos muy distanciados, eramos como dos extraños. Gracias al trabajo que hemos realizado con ella, nos hemos vuelto a encontrar y a ser la pareja que siempre fuimos y que queremos ser de ahora en adelante. Queriamos agradecer y remarcar, que en cada una de las sesiones que hemos tenido en todo este tiempo, nos hemos sentido comodos, escuchados, acompañados y respetados. Hemos ido trabajando a nuestro ritmo, en ocasiones depacio, pero siempre con la sensacion de ir dando pasos firmes. Ahora nos sentimos mas fuertes y preparados para afrontar situaciones como una pareja unida y solida.» Daniel y Rocío.

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