¿Cuál es la diferencia entre fibromialgia y dolor crónico?

dolor crónico

En el presente artículo vamos a hablar sobre dolor. Cuando hablamos de dolor es posible que nos vengan a la cabeza distintos tipos de dolores, sin embargo aquí nos centraremos en el dolor en cuanto a su duración, ya que dependiendo de ella podemos hablar de dolor agudo o de dolor crónico.

El dolor agudo es aquel que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas como consecuencia de alguna lesión o por alguna enfermedad.

Sin embargo, el dolor crónico es aquel que llega a la vida de la persona en algún momento para instalarse en ella. El dolor crónico puede tener distintas formas de presentación pero una cosa común a todas estas manifestaciones es que genera en la persona un malestar tremendamente significativo afetando a todas las esferas de su vida, desde el aspecto personal, laboral o incluso sus relaciones sociales

Todo esto traerá unas consecuencias sobre su salud psicológica que va a ser necesario tener en consideración y buscar un tratamiento.

Dolor crónico y dolor generalizado

El dolor crónico es un dolor que permanece presente durante un periodo superior a tres meses y no desaparece de forma espontánea ni con un tratamiento adecuado.

En el dolor crónico lo importante es la duración del dolor pero no se hace referencia a su localización ni a la intensidad del mismo.

También es importante puntualizar que aunque aunque la palabra “crónico” tenga fuertes connotaciones negativas, no implica que este dolor vaya a durar toda la vida.

Por otra parte se considera dolor generalizado al dolor que aparece simultaneamente en distintas zonas del cuerpo y repartido entre los cuatro cuadrantes. Por tanto para que se produzca dolor generalizado, el dolor debe darse en distintas partes del cuerpo y además repartido de forma heterogénea.

No podemos finalizar la explicación del dolor sin hablar de la sensibilización central. Esta alteración produce una respuesta incrementada de las neuronas nociceptivas que son las encargadas de percibir el dolor. Esto trae como consecuencia que el cerebro de las personas que sufren un proceso de sensibilización central está en un estado de alarma permanente y reacciona de forma exagerada ante distintos estímulos, incluso ante aquellos no dolorosos.

Fibromialgia

Tanto la fibromialgia como el dolor crónico son términos cuyo uso se ha extendido en la sociedad en los últimos tiempos, confundiéndose a menudo ambas dolencias y no dejando clara su delimitación.

En la fibromialgia se producen las tres condiciones que hemos visto: dolor crónico, dolor generalizado y sensibilización central. Está clasificada dentro de las enfermedades reumatológicas y afecta principalmente a mujeres.

Sin embargo existe mucha controversia y dificultad a la hora de ofrecer una definición clara y consensuada sobre la fibromialgia. Una de las principales dificultades a la hora de establecer un diagnóstico es precisamente la ausencia de una causa conocida que provoque esta enfermedad. Y esta dificultad proviene de la gran cantidad y diversidad de síntomas que manifiestan los pacientes que la sufren.

Aún así, se han hecho numerosos esfuerzos por definir y conceptualizar esta enfermedad para facilitar su diagnóstico. Concretamente la fibromialgia es reconocida como tal desde 1992 por la Organización Mundial de la Salud y gracias a ello hoy en día existe más conciencia con respecto a su existencia.

Síntomas de la fibromialgia

Además del dolor, los pacientes con fibromialgia suelen padecer fatiga. Cuando esto ocurre, es necesario diferenciarla del Síndrome de Fatiga Crónica mediante un estudio de los hábitos del paciente.

En la fibromialgia también suelen darse una serie de síntomas cognitivos como falta de concentración o agilidad mental, problemas de memoria y sueño no reparador que trae como consecuencia mayor cansancio y rigidez muscular en las primeras horas de la mañana.También es habitual que como consecuencia de estas condiciones, muchos pacientes de fibromialgia presenten cuadros ansiosos y depresivos.

Tratamiento de la fibromialgia

Dado que las causas no están claras y suele haber presencia de numerosos síntomas, es muy difícil proponer un tratamiento concreto para abordar todos ellos. Por tanto, el tratamiento suele centrarse en paliar y aliviar los síntomas en la medida de lo posible con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Una vez realizadas las pruebas diagnósticas necesarias, se escogerá la mejor opción famacológica posible dependiendo de las variables de intensidad y localización del dolor además de las características en cuanto a edad y sexo del propio paciente.

Las opciones farmacológicas más frecuentes sulene ser los analgésicos, antidepresivos y anticonvulsivos.

Otras terapias que también suelen realizarse en combinación con el tratamiento farmacológico y psicológico son la fisioterapia para mejorar la fuerza, flexibilidad y resistencia y la terapia ocupacional para realizar ajustes en el lugar de trabajo que minimicen el estrés sobre el cuerpo.

Junto al tratamiento farmacológico suele ser necesaria la terapia psicólógica para apoyar al paciente en su manera de afrontar el dolor y sus consecuencias.

Precisamente una de las características de la fibromialgia es su carácter cíclico que se produce en forma de “brotes”. Por esta razón, la actitud del paciente y el modo de afrontar la aparición de estos brotes es un factor clave para disminuir su impacto en el día a día.

Cuando una persona vive con dolor hace que sienta una mayor vulnerabilidad e inseguidad y se pregunte por cuánto tiempo va a prolongarse ese sufrimiento. Por eso es tan necesario que en todas las ocasiones la persona entienda cómo es su dolor y cómo funciona, no con la finalidad de aprender a vivir con el dolor sino de entenderlo y de mejorar la calidad de vida.

Es ahí precisamente donde la terapia psicológica nos puede ayudar a detectar aquellos pensamientos que disparan nuestras alertas o a detectar aquella situaciones que hacen que se produzca dolor. A entender cómo el dolor nos ha influído en nuestra vida y cómo está afectando a nuestras relaciones y a nuestras emociones.

En ocasiones la persona que sufre dolor crónico debe hacer una especie de “despedida” de aquella persona que fue y aceptar estas nuevas circunstancias en la vida que han llegado para quedarse.

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